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Jelkénu betoratéja, “nuestra porción en Tu Torá”: nuestro trabajo es rellenar los huecos

by Rabbi Ysoscher Katz (Posted on November 8, 2023)
Topics: Chayei Sarah, Sefer Breishit, Spanish, Torah

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Traducido por Balbino Cotarelo Núñez

Mi ecléctica educación me ha transmitido dos mensajes dicotómicos acerca de la tefilá. Crecí como jasídico y constantemente oía que la tefilá es la mejor manera de crecimiento acercándose a Dios más y más. A diferencia, en las yeshivót no jasídicas donde estudié muchos años durante mi adolescencia y en mis años veinteañeros, se  enfatiza que la Torá es la forma más eficaz de conseguir este objetivo.

Cuando era más joven, estos dos puntos de vista presentaban un desafío espiritual para mi. ¿Cuál de los dos es más importante? ¿Torá o tefilá? Los veía como excluyentes. Con mayor madurez, sin embargo, llegué a comprender que estos dos caminos hacia Dios pueden complementarse, se puede conseguir el mismo objetivo de diferentes maneras. Hoy en día estoy agradecido de la mezcla de mensajes que recibí durante mi educación. Como rezo tres veces al día y paso la mayor parte del día aprendiendo o enseñando Torá, tengo las herramientas para estar rodeado TODO el día de la devoción y la conciencia de Dios. 

Abrazar estos dos enfoques me he dado cuenta de algo acerca de la tefilá diaria que antes había pasado por alto. La tefilá y el estudio de la Torá están de hecho entrelazados: la épica petición al final de nuestra triple amidá diaria es ותן חלקנו בתורתך (“danos nuestra parte en Tu Torá”). Esta conclusión de la tefilá nos prepara dramáticamente para nuestro estudio de la Torá. Mientras acabamos de rezar, pedimos que nuestra nueva tarea, el estudio de la Torá, alcance el objetivo último: alcanzar NUESTRA parte en la Torá de Dios. Aún así este concepto de NUESTRA parte de la Torá de Dios requiere explicación. 

Esta petición es enfática, repetida muchas veces en las oraciones, pero también imprecisa. ¿Cuál es nuestra parte en la Torá? La tefilá implica que tenemos algo que contribuir. Pero nos quedamos con la pregunta de qué es exactamente. La implicación de tal petición es también el reclamo de que la Torá está de alguna manera incompleta, una sugerencia realmente radical.

En nuestra porción de la semana de la Torá quizás esté la fuente de la afirmación del compositor de la oración.

En términos de la narrativa misma es una semana de transición. Este Shabat leeremos la última entrega de la historia de Abraham. La lectura de la semana que viene vira hacia Isaac. Cerrando la sección de Abraham leemos tres capítulos acerca de los últimos estadíos de la vida de Abraham cada uno comunicando un episodio diferente.  El primero nos habla del fallecimiento de Sara, el segundo discute el matrimonio de Isaac su hijo y el capítulo final nos relata el segundo matrimonio de Abraham tras la muerte de Abraham.

Mientras que las dos primeras viñetas relatan la historia en detalle, la tercera es extremadamente breve, solo nos da pinceladas de esta fase de la vida de Abraham. De forma muy breve nos dice que se casó de nuevo, tuvo hijos, nietos y biznietos, la manera única en que dividió su herencia entre sus dos familias, y finalmente acerca de su fallecimiento.

Esta brevedad puede frustrar al lector. La centralidad de Abraham en la narrativa de la Torá, nos lleva a esperar una biografía más extensa de él. Sin embargo solo recibimos unas pinceladas del borrador de su vida. La brevedad es más particularmente marcada en nuestro caso, pero no es exclusiva de esta perashá. Uno se queda a menudo con esta impresión casi en cada perashá. En general la Torá transmite una sensación de que está incompleta con agujeros en muchas de sus historias.

La única manera de que este estilo de narrativa cobre sentido es entender el propósito de estos relatos. La historia trata de recoger con precisión los detalles de lo que acontece. Estas historias no. En lugar de tener el relato exacto de lo que pasó, tenemos anotaciones y apuntes breves.

La conclusión con la que uno se queda es que estas historias no son un registro histórico. Su propósito en lugar de atraernos con suficiente información para que sintamos que los agujeros del relato están rellenados y nosotros mismos los llenamos. Se nos pide que seamos lectores, no simplemente oyentes. Nuestra parte es hacer que estas fábulas morales sobre nuestros antepasados sean  convincentes y completas. Las historias bíblicas se completan de una manera única. No tenemos los artefactos arqueológicos para rellenar los huecos en la narrativa. Todo lo que tenemos disponible es nuestra imaginación. La intuición y la presuposición son las herramientas que usamos para completar estas historias.

La historicidad no es la razón por la que la Torá registra estas historias. En cambio, las historias son un faro y guía moral para crear por nosotros mismos una vida que sea ética, amorosa y cuidadosa. Por eso no usamos herramientas históricas para conseguir un entendimiento más completo de lo que en realidad pasó. Lo que pasó “realmente” tiene una importancia secundaria. Lo que buscamos es significado. ¿Qué podemos aprender de las historias?

Ese es el mensaje que el autor de las tefilá tan enfáticamente intenta transmitir. La Torá no nos fue dada en Sinaí, sino que fue compartida con nosotros. Son materias primas para que nosotros trabajemos con ellas. Fue revelada deliberadamente en esta forma incompleta como invitación para unirnos al Dador de la Torá, para que nos convirtamos en participantes activos de la historia, y no en testigos pasivos de ella.

Ojalá podamos todos continuar cumpliendo con el papel de esta historia que se despliega y constantemente se escribe. Cada uno de nosotros tiene su propia contribución única que aportar sin la cual la Torá seguiría para siempre incompleta.

Shabat Shalom