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Traducido por Balbino Cotarelo Núñez
Así como el discurso social y político se polariza más y más en los últimos años yo mismo me he polarizado. Ciertamente las palabras de moda despiertan una respuesta llena de ira en mí, hasta el punto de que me es imposible confiar en la bondad o el interés mutuo con otras personas que, sin disculpas, mantienen posturas diferentes a las mías. La tragedia de Simját Toráh este año y la guerra que le siguió en Israel, solo aumenta el número de asuntos que hacen que me bloquee y bloquee cualquier postura que siento que desafía (o mejor dicho amenaza) míspropias opiniones. Esta polarización de mi propio discurso personal no es positiva o ni siquiera es neutra. Creo con claridad que ese fallo debe ser rectificado. Sospecho que este enigma puede tener también su eco en otras personas.
Los Rabinos desprecia a Esaú. Lo desprecian por su personalidad y por su identificación con sus opresores, el gobierno y el ejército de Roma. Una inspección de capítulo 65 de Bereshit Rabá, que trata de la perashá Toledot, revela los siguientes midrashím:
- Después de una vida de desenfrenado libertinaje se casa a los 40 años buscando emular a su virtuoso padre (con una mujer llamada Yehudit nada más y nada menos). Los Rabinos lo comparan con un cerdo que mientras retoza en la inmundicia muestra sus pezuñas como queriendo aparentar que es casher.
- Dios hace que Isaac sea ciego para evitarle el trago de caminar en el exterior y oír cómo la gente dice: “Por ahí va el padre de un rashá”.
- Isaac se refiere a Esaú como su “hijo más grande” (benó hagadól) pero Dios sabe que Esaú y a las naciones que salen de él no son más que las “naciones más bajas”.
En medio de esta oleada de críticas e indignación hay un midrásh que da un trato totalmente diferente a Esaú (65: 15):
Rabán Shimón ben Gamliel dijo: “Serví a mi padre todos los días de mi vida, pero no le di atenciones ni un uno por ciento de lo que Esau se ocupó de su padre. Cuando ayudé a mi padre lo hice con ropas sucias, pero si salía de casa, salía con ropajes limpios. Pero Esaú cuando ayudaba a su padre lo hacía solo con ropajes reales. Él decía: “No es propio del honor debido a un padre sino servirlo con ropajes reales.”
Sin más pausa, los Rabinos después retornan inmediatamente a criticar las esposas de Esaú.
¿Qué significa descubrir que en medio de nuestras discrepancias sobre nuestros valores más básicos podemos encontrar algo en común? Esaú honró a su padre. Los romanos honraban a sus padres. Podríamos trivializar este singular rasgo redentor: “Esaú pudo honrar a su padre pero eso no cambia su carácter esencial.” No parece que los Rabinos tomen este rumbo. En la discusión talmúdica acerca de cómo honrar a los padres (Kidushím 31a) cuentan la siguiente historia:
¿Cómo se debe honrar a tus padres? Rav Ula dijo: Ved lo que un gentil hizo en Ashkelón y su nombre era dama ben Netina. Uno de los sabios quería comprarle mercancías (perakmatia) por un valor de seiscientos mil dinares de oro, pero la llave del cofre con las mercancías estaba debajo de la cabeza de su padre mientras dormía. Y Dama ben Netina no quiso despertar a su padre a pesar de que podría haber ganado mucho dinero haciéndolo.
Los Rabinos de hecho hacen que los romanos sean modelos de buenas prácticas en cómo honrar a los padres.
¿Sería esto una fuente de inspiración suficiente para acabar con la polarización que siento cuando encuentro a personas que difieren en asuntos importantes sobre política tanto en Israel como en los Estados Unidos? ¿Son los valores comunes suficientes para poder ver, más allá del miedo y la rabia, al ser humano que se halla detrás de la opinión? No parece que haya sido suficiente para los Rabinos. Su desconfianza y repulsa por Esaú y los romanos no llega a disiparse a pesar de la excelencia de los romanos en “honrarás a tus padres”.
Creo sin embargo que puede que sea suficiente para mi. Siento menos rabia y desconfianza de Esaú sabiendo que él, como yo, valoraba a su padre. Eso me motiva a pensar acerca de su carácter de una forma diferente y más generosa. No sé hasta qué punto eso se puede aplicar en mi caso a mis sentimientos por los romanos. Pero quizás, paso a paso, sea la manera de avanzar. Primero es reconocer los valores comunes con las personas con las que estoy en desacuerdo. Incluso acerca de cosas fundamentales. Luego, ese reconocimiento me motiva a abrir nuevas vías de comunicación. Una vez que pueda ver una base común, quizás pueda ser capaz de apreciar a un número cada vez mayor de gente. Quizás esa sea la solución.